LOS CARPINTEROS
La creatividad nos remite a una dimensión inimaginable y de incontables historias. Para los ojos de algunos, la belleza es vista de manera concreta a algo que se pueda tocar y ver. Para otros más sensibles, la abstracción los mueve de una manera que los cativa y a los otros que admiran.
Una habilidad increíble y desarrollada con mucha técnica, a lo largo de muchos años, en poner para fuera lo que ya está allí, apenas no visible, pero que el carpintero, aquél que trabaja con las manos, puede visualizar a través de una manta imaginaria. Profesional, este que desde los tiempos antiguos hasta hoy, que se hace presente entre nosotros, de lo cual iremos hablar un poco.
Siguiendo con nuestras entrevistas, llegamos al Centro de Artesanato de Timon, ciudad del Estado del Maranhão, cerca de Teresina, donde hablamos con algunos carpinteros que trabajan allá y nos ayudaron a construir nuevas miradas sobre la profesión.
Nuestro primer entrevistado fue el señor Antonio*, que antes de trabajar en el Centro de Artesanato, era quien fornecía madera para los artesanos de Timon y solo después de algún tiempo que pasó a trabajar como carpintero, produciendo arte con madera.
Según él, aprendió a ser artesano observando sus amigos en el Centro. Aún habló que, cuando niño, no tenía muchos sueños, ya que empezó a trabajar con 12 años y su vida tomó otros caminos. Señor Antonio aún habló que el ayuntamiento no valora los profesionales como debería y tiene que mirarlos más, ya que algunos sitios en que los artesanos ocupan no posee las condiciones necesarias para trabajar, debido a pésimas instalaciones, además del ayuntamiento no proporcionar una mayor valoración de los artesanos.
Hablamos aún con Juliano*, que trabaja desde los 7 años como carpintero, don heredado de su padre, que le enseñó el arte de manejar la madera y de vivir a través del arte. Habla que se siente realizado como carpintero y que su trabajo es más valorado por las personas de fuera, si comparado con la cantidad de timonenses que buscan por su trabajo.
Juliano* ya es conocido por algunos arquitectos, que buscan los carpinteros para la producción de piezas exclusivas, hechas sob medida y aún expone y distribuye sus piezas en otros estados, como Ceará. Aunque su profesión sea tan invisible y desvalorada por sus conterraneos, Juliano habla que el dinero que gana es suficiente para mantener su familia. Uno de sus hijos le ayuda en la tienda, pero no desea seguir los mismos pasos de su padre: ser carpintero.
La entrevista con los carpinteros nos hace reflexionar sobre el papel que la sociedad tiene en la valoración del trabajo de otras personas: debemos incentivar nuestros artistas a crear, valorar nuestros trabajadores. Nos olvidamos que muchas profesionales están involuncradas con otras y muchas familias depienden de eses trabajos. Valorar el artesano, el carpintero es valorar los profesionales que contribuyen en la cultura e identidad de la ciudad, de un pueblo, es valorar el trabajo de un profesional que posee sueños y desea cambiar de vida por medio de su don, de su profesión.
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